Nina Méndez Martí documentó en fotografía.
Llegaron participantes de las dos égidas circundantes al museo. Ambos grupos contaron con asistentes/coordinadoras, prestas para dar servicio. El taller contaba con una diversidad amplia, tanto de grados de ambulación, condiciones especiales físicas y mentales, como de edades. Su recepción al trabajo fue positiva desde el inicio. Mitad del grupo constaba de mujeres entre los sesenta y tantos años hasta los setenta. Mujeres articuladas, alertas, en buena condición física y con prácticas personales en terapias expresivas y/o acondicionamiento corporal. La otra mitad constaba de mujeres mayores de setenta años con condiciones ambulatorias reducidas. Ese espectro de corporalidades y habilidades me retó a unificar el grupo en un núcleo cohesivo. Las participantes estuvieron siempre receptivas y en acción, en acorde a sus capacidades.


Aclaremos que tuvimos tres bajas, a saber: Nyrma tenía una cita médica pautada, un conflicto con nuestro horario. No estuvo presente para el cierre, la 4ta parte del taller. Una pena, pues estaba muy a gusto, alerta y activa. A las 12 del mediodía reanudamos después de la pausa/merienda y Berta (¿nombre correcto?) ya estaba agotada. Lo noté cuando se sentó y le pregunté si estaba indispuesta o mareada. Dijo no, solo estaba cansada, yo le invité a observar. Minutos después la asistente le habló y resolvieron salir de la sala. A Silveria le dio una impaciencia fulminante a las 12:20, aunque hasta ese momento participó con gusto y buen humor. Tratamos todas (un tanto vociferantes) pedirle que no se fuera pues dejaba a Elsa sin pareja para el cierre de taller; la guaracha de Catalina y su guayo, el tour d' force del dia.
En este taller trascendió que la creación y unificación del grupo depende más de la potenciación que de la fisicalidad. Las observaciones, comentarios y reflexiones fueron parte integral de este aprendizaje/práctica tanto para participantes como para facilitadora. Las mujeres con condición física alta se comprometieron a asistir y ofrecer dirección o ayuda a las mujeres menos diestras/hábiles que eran las mayores en edad. Logramos una camaradería y complicidad amena. La colaboración y empatía estuvo por lo alto hasta el final. Quedó evidenciado que una sesión de una hora y cuarenta y cinco minutos para personas menos diestras es lo correcto y así ahorrar desgaste físico. Para las personas en condición física alta las dos horas y cuarenta y cinco minutos podrían expandirse a tres y hasta cuatro horas, con un intervalo de descanso y merienda.




Las cuatro partes del taller: Caminar el perímetro al son del tambor para ampliar la visión periférica y explorar el espacio físico; la Sala Titín y el exterior. Técnica de empoderamiento de centro y extremidades. Sentadas, tantear mi coreografía / repertorio con narrativas introductorias breves para contexto estético e histórico. Son pa' Sombe - movimiento sonajeras. Guardarrayas no son la mar - sección dúo. Bailar y cantar con contacto y pareja la guaracha de Catalina con el guayo.
En cada sección los logros movimentales, tanto personales como colectivos, fueron celebrados. Esta dinámica nos condujo a una apreciación del valor artístico, técnico y terapéutico del movimiento. Hay anécdotas para futuros encuentros. Cabe destacar la genial intervención de Cecilia quien conmigo de la mano y sin perder el paso y el swing bailamos el gran círculo rodeando el perímetro. Nos fuimos a pasear danzando mientras las colegas coreaban la antigua guaracha. Cecilia nos tomó por sorpresa, a mi no tanto. Nos habíamos ya confabulado durante el receso del taller.
Nota: Antes de comenzar el taller las participantes firmaron un relevo de imagen. Al concluir, se actualizaron los contactos y hojas de evaluaciones. El taller comenzó y concluyó a las horas pautadas. Se generó mucho interés, energía y deseo para la continuación de este trabajo.
Myrna Renaud
San Juan, 26 de julio 2019
revisado 8 de marzo, 2023